Nuestro cuerpo tiene diversas maneras de alertarnos cuando algo anda mal y la tos es una de ellas; ya sea que alguna partícula extraña se alojara en la garganta y nos provoque un tosido inmediato, o que un resfriado típico de invierno nos imprima una tos incesante, todas nos alertan para que pongamos atención a nuestra salud.
Claro que existen distintos tipos de tos que se asocian a diferentes enfermedades o afectaciones como la tos teca, la tos con flemas o la tos crónica. Pero debido a que las primeras dos son las que presentamos con mayor frecuencia, vale la pena reconocer sus características.
Tos con flemas
Este tipo de tos, también llamada húmeda o productiva, se caracteriza por la producción de flema o moco y su función consiste precisamente en expulsar esas secreciones. El sonido que produce al ocurrir es espeso y puede estar acompañado de un cierto silbido o ruidos en el pecho.
Generalmente este tipo de tos es causada por infecciones como:
- Resfriado común.
- Bronquitis.
- Neumonía.
Tos seca
La tos seca, como su nombre lo indica, se distingue por no presentar ningún tipo de humedad o mucosidad. Por lo general, ésta se presenta cuando existe alguna irritación en la garganta debido a diferentes cuestiones como:
- Aire frío.
- Contaminación.
- Reacciones alérgicas.
- Penetración de cuerpos extraños al cuerpo.
- Inflamación (faringitis, traqueítis o sinusitis).
Sin importar el tipo de tos que nuestro organismo pueda presentar, es importante que pongamos mucha atención a ella, especialmente si viene acompañada de otro tipo de problemas como fiebre, dificultad al respirar, dolor en el pecho o sangre en las flemas, ya que podría señalarnos algún tipo de padecimiento que requiere atención médica inmediata.
Recuerda que para mantener nuestro cuerpo funcionando al cien debemos observarlo, escucharlo y hacer caso a cualquier síntoma, rareza o irregularidad que pueda presentar. Mantener una buena salud parte de uno mismo.